sábado, 8 de diciembre de 2012


Evolución de la agroindustria en Venezuela 

En los países en vías de desarrollo la industria agroalimentaria juega un papel de gran 
importancia en la actividad económica, siendo que en buen número de casos, esta constituye el 
eje fundamental de la estructura económica. En  el caso de América Latina, su importancia se 
evidencia, no sólo en el peso dentro del producto industrial sino también en el comercio exterior, 
pues este sector, a pesar de mostrar uno de los más bajos índices de crecimiento sectorial en la 
región en las últimas dos décadas, continua respondiendo por una fracción muy importante de 
las exportaciones.                                                   


Este, sin embargo, no es el caso de Venezuela. Ampliamente reconocido es que la actividad 
petrolera modificó el carácter agrario de la economía venezolana, contrayendo significativamente 
la importancia de este último renglón en la actividad de exportación (Mercado A, 2005). De 
hecho en el año de 1970 mientras que agricultura, alimentos y bebidas daban cuenta del 47 % de 
las exportaciones totales de América Latina, en Venezuela, estás apenas daban cuenta del 7 % 
(CEPAL, 2004). 

Sin embargo, a pesar de la perdida de importancia relativa que experimentó la agricultura durante 
gran parte del siglo XX, se fue desarrollando una industria agroalimentaria en la que algunas 
ramas presentaban una importante modernización tecnológica, y con un peso importante en la 
actividad económica. La estructura rentística dentro del modelo de sustitución de importaciones, 
permitía la importación de grandes volúmenes de materias primas e insumos que hacían menos 
dependiente a la industria agroalimentaria de la actividad agrícola, un comportamiento digamos, 
anómalo pues, como se vio, estas actividades tienden a estar profundamente relacionadas

A partir de 1983, a raíz de la primera devaluación importante en más de cincuenta años y la 
aplicación del control de cambio, se comenzó  a cuestionar más asiduamente “el abandono del 
campo” planteándose, una vez más, la necesidad de desarrollar el sector. Así a mediados de los 
ochenta, se implantaron algunas políticas de estímulo, básicamente a través de generosos 
subsidios con divisas preferenciales,  bajas tasas de interés (8,5 %) y control de precios. La 
producción durante el período 1984 - 1988 se incrementó en todos los rubros, determinando una disminución de las importaciones agrícolas de 50 %, entre 1982 y 1987, con importantes 
disminuciones en rubros como el azúcar y el maíz (Mercado, 2005).

Este período, que se dio a conocer oficialmente como el del milagro agrícola, amplió 
significativamente la oferta interna de alimentos alcanzando el récord histórico de superficie bajo 
siembra de 2.181.000 hectáreas en 1988 (Ibíd. ant.). Sin embargo, no disminuyo la dependencia 
de la importación de insumos clave como semillas y maquinaria agrícola. 

Estos resultados se vieron totalmente empañados por gigantescos casos de corrupción que 
envolvieron justamente la importación de estos bienes bajo el régimen de control de cambios de 
esa época. La magnitud de los subsidios encubría la ineficiencia y la baja productividad. Por otra 
parte, al no estimularse el desarrollo de capacidades técnicas en la producción de semillas y de 
otros insumos fundamentales de mecanización agrícola, no se avanzó en la conformación de un 
sector eficiente. Así, se estaba ante un sector que crecía en términos de producto más no en 
términos de eficiencia y capacitación tecnológica. En otras palabras, crecía artificialmente. 
Después de 1989, con la adopción  de los diferentes programas de ajuste macro-económico, se 
eliminan los subsidios, buscando forzar al sector a “hacerse competitivo”. Sin embargo, el efecto 
neto fue el progresivo desmantelamiento  del sector favoreciendo, paradójicamente, la 
competencia de importaciones agrícolas fuertemente subsidiadas (Ibíd. ant.). Se registra una 
contracción importante de la producción de muchos rubros volviéndose a la práctica sistemática 
de la importación.

A raíz de la implementación del programa de apertura económica en 1989, se abandona la 
política de subsidios y disminuye la producción local de muchos rubros. El análisis del valor de la 
producción entre 1997 y 2002 evidencia un crecimiento muy pequeño del sector, lo cual muestra 
una situación de estancamiento, con diferencias importantes entre las ramas, que se agudiza en 
los años siguientes producto de la crisis socio-política.  

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